El 2023 empezó como había acabado el 2022: con la guerra en una especie de punto muerto mientras Rusia y Ucrania se rearman en busca de nuevos choques seguramente cuando pase el invierno. Pero Kiev se ha saltado en parte el guion preestablecido por la realidad bélica y este lunes lanzó un importante ataque en Donetsk que dejó al menos 63 militares rusos muertos y llevó a Vladimir Putin a reconocer estas bajas, algo que no es nada habitual en el marco de la invasión. Esto, al fin y al cabo, es una muestra más de que el Donbás va camino de ser el epicentro del conflicto en las próximas semanas.
El ataque, efectuado con cohetes de artillería de alta movilidad, los conocidos como HIMARS, ha alcanzado un punto de despliegue temporal en la localidad de Makivka. “Se dará toda la asistencia y apoyo a los familiares y amigos de los militares muertos”, aclaró el Ministerio de Defensa ruso. Asimismo, el Centro Conjunto de Control y Coordinación de Asuntos Relacionados con Crímenes de Guerra de Ucrania (JCCC) ha apuntado en su cuenta en Telegram que las Fuerzas Armadas de Ucrania han realizado varios ataques con artillería contra la ciudad de Donetsk, sin que por ahora haya informaciones sobre víctimas.
El movimiento de Zelenski es relevante en tanto en cuanto Donetsk es una de las regiones, junto a Lugansk, Zaporiyia y Jersón, que Rusia se anexionó ilegalmente hace meses. Además, los choques en el Donbás rememoran lo que viene sucediendo desde hace casi nueve años: es el foco de la guerra desde el 2014 y el estancamiento de la invasión rusa actual se debe (o deberá) en gran medida a que las hostilidades vuelvan a concentrarse casi exclusivamente en esa zona.